jueves, 4 de enero de 2007

El Malestar de Unos pocos?

El Malestar de la Cultura. Carta abierta al Gob. Cobos

Motiva mi carta, la profunda desazón que nos embarga a todos los hombres y mujeres relacionados con la cultura de nuestra Provincia por el estado de situación del área estatal que debería conducir la política pública cultural. Y digo debería, porque hace tiempo ya, que venimos sufriendo el progresivo deterioro del área de Cultura y la desconexión creciente con la dinámica de las otras políticas públicas.

La reciente renuncia de Marina Juri no hace mas que agravar este cuadro. La experiencia del Ministerio de Turismo y Cultura no ha sido todo lo feliz que podría haber sido. Planteo esto, porque entiendo que el turismo es hoy un fuerte aliado de la cultura en el posicionamiento simbólico de las ciudades. Pero para que ello ocurra, debe ser siempre prioritario el contenido cultural de las políticas turísticas y no a la inversa como ha ocurrido.

La falta de comprensión de este fenómeno ha llevado a evaluar como exitoso el turismo, montándose una ilusión producto de las coyunturales ventajas cambiarias a partir de la devaluación última. Y esta supuesta política exitosa ha pasado a ocupar el centro de las políticas del Ministerio de Turismo a secas, porque de Cultura tuvo y tiene poco.

Este equívoco de pensarnos en destino turístico elegido para siempre por los vecinos y los países del Norte, viene acentuando la tendencia a "sentarse sobre las bayonetas" y no a pensar estratégicamente y aprovechar esta oleada turística para afianzar nuestra competitividad simbólica y poder ubicarnos entre las ciudades que en el mundo son referencia en estas políticas: Barcelona, Valencia, Bilbao, Río de Janeiro, La Habana, Valparaíso, Buenos Aires o Córdoba.

Esta situación no está sólo determinada por las características personales o profesionales de los funcionarios que han estado o están a cargo de las áreas de Turismo y Cultura, sino con una concepción que ya ha demostrado su ineficacia para operar en la complejidad de la articulación de estas dos políticas.

La política cultural debe necesariamente partir de potenciar lo que la comunidad ya viene construyendo desde el fondo de los tiempos. Me permito recordar a Jorge Luis Borges (1936) quien con gran agudeza comenta en "Historias de la Eternidad"
"He sabido que la identidad personal reside en la memoria y que la anulación de esa facultad comporta la idiotez. Cabe pensar lo mismo del universo. Sin una eternidad, sin un espejo delicado y secreto de lo que pasó por las almas, la historia universal es tiempo perdido, y en ella nuestra historia personal".

Con Borges sabemos que somos el producto de nuestro pasado. Que el tiempo ha urdido diversas tramas para construir lo que somos hoy. Ese bagaje cultural, abierto a la aventura, es portado por toda nuestra gente. A partir de allí, nos relacionamos, nos presentamos al mundo, le damos significado a los procesos y eventos sociales que construyen nuestras pasiones. Ese pasado, soporte de nuestra cultura habita en el lenguaje, en las cosas y en las prácticas sociales que nos singularizan dentro del mundo globalizado que nos ha tocado vivir.

Tras esta afirmación, que seguramente compartimos en teoría, se despliega una realidad cruel. La política cultural de su gobierno no ha estado a la altura de estas aseveraciones. No hemos tenido, los mendocinos, la alegría de potenciar nuestra identidad, de proyectarla al mundo, de pasear nuestro talento y nuestra creatividad. Con resignación huarpe hemos asistido a todos los tipos de desaires y desatinos de la gestión cultural oficial. Dejamos de inundar de libros mendocinos las escuelas y las librerías Desaparecimos como referentes audiovisuales, objetivo que veníamos construyendo trabajosamente. Desalentamos las inversiones en las industrias culturales de avanzada: software, videojuegos, industria fonográfica, cine, producción televisiva, grandes eventos, por simple ausencia de Estado relacional.

La falta de presencia política de la cultura, de construcción de poder de la gestión cultural oficial, operó como detonante para arrastrar a la pérdida de valor de las áreas de cultura en los municipios, a la falta de capacitación de los agentes públicos y gestores comunitarios y al debilitamiento de la integración cultural del territorio, como quería Félix Dardo Paloma cuando nos cantaba "Mendoza toda". El intento de pensar un Plan Estratégico fue naufragando lentamente en una maraña incomprensible, consultando poco y nada a quienes verdaderamente saben de esta política y que vienen desde hace años haciendo y no estudiando o pensando detrás de un escritorio. Es válida, en este sentido, la ayuda de especialistas de nacionalidades diversas, pero no es lo mismo consultar a los de afuera por el turismo, que puede tener similitudes operativas con propuestas de otras latitudes, que consultarlos en cultura.

En esta compleja, heterogénea y cambiante disciplina que es la Cultura, las verdaderas transformaciones provienen del trabajo endógeno, de los acuerdo entre conciudadanos, del consenso y de la generosidad de la apertura que se busque. Por ello la comprensión de lo local, de nuestras singularidades, de las historias sociales e individuales de las comunidades y personas que construyen a diario nuestra cultura es la principal referencia a tener en cuenta en la elaboración de un Plan Estratégico de la Cultura.

Lamentablemente en el marco del Plan Estratégico, no se pusieron todos estos esfuerzos. Y hoy parece que esta interesante propuesta de pensar entre todos el diseño de nuestro desarrollo cultural, sufrirá el deterioro de su pecado original: no saber para qué se estaba haciendo. Porque de haber sabido el significado de elaborar un Plan Estratégico, se hubiera puesto la mira en el corto plazo para solventar desde ahí, el diseño a largo plazo en variados escenarios posibles, que eso finalmente significa el pensamiento estratégico. Faltó lo más importante: el compromiso y el apoyo político a ese intento.

Apoyo que solo se traduce en política de dos maneras: transfiriendo poder y recursos al área que se quiere potenciar. Nada de eso ocurrió.En lo concreto se hizo cada vez más débil la presencia de la cultura como política pública. Los gestores culturales, los artistas y las organizaciones de la sociedad civil, vivimos el diario desprecio y la falta de interlocutores válidos para planificar en forma consensuada nuestras acciones con el Estado. No vale la pena enumerar la cantidad de situaciones enojosas que despertó en el sector cultural esta falta de diligencia, de pasión y de compromiso en las áreas culturales del Gobierno Provincial.

Hoy, y en su último año de gestión, nos encontramos con un área prácticamente desmantelada, con el personal público afectado al trabajo y a la conducción y operatividad de las áreas de la producción simbólica totalmente desmoralizado y desmotivado.Y para remachar, con el envío de un Presupuesto sectorial para Cultura 2007, que dice a las claras la poca importancia que se presta a esta importantísima política. Si sólo miramos a nuestro alrededor encontramos a San Luis con inversiones abultadas en el campo del cine; a Chile, nuestro alter ego, con una institucionalidad cultural moderna y ejemplar, con políticos claramente identificados con la gestación de un posicionamiento cultural de sus ciudades; a la ciudad de Buenos Aires, dedicando el 4% de su presupuesto a la cultura que genera el 8,6% del PBI de la Ciudad y con ejemplos diversos, que hablan a las claras que los viajes y work shops de algunos funcionarios locales no les han servido de mucho para comenzar a valorar esta política como el gran motor de la transformación económica, laboral y turística.

Ese Presupuesto remitido por el Poder Ejecutivo dispone solo $ 20.658.199 pesos parala Subsecretaria de Cultura ( 0,5% del Presupuesto Provincial), de los cuales6.700.000 se destinan a pago de personal permanente y temporario. De tal forma quequeda para la operatividad de las distintas actividades culturales la suma de $13.700.000. Con el agravante que para el PACSEM (Vendimia) se otorgan 5.800.000 deesos 13 para Cultura. En definitiva, el Estado Provincial destina a los ProgramasCulturales la insólita suma de $ 7.900.000 al año. Y para muestra sobra un botónLa Escuela de Cine y Video recibe según el presupuesto enviado la suma de $ 34.324 solo para personal y no se le destina ni un peso para su equipamiento y modernización. Difícilmente podremos de esta manera competir con nadie en el mundo. Ediciones Culturales recibe $ 40.000 para servicios y por eso se entiende que entre las metas para el 2007 de esta área se proponga la edición de!!! 12 títulos!!! .

Ínfima meta en una Provincia que ha parido grandes y numerosos escritores y queestán a la espera de una verdadera decisión política para que su talento vea la luz.Y así podemos recorrer cada área de cultura y las cifras son verdaderamente irritantes, frente a despilfarros enormes en otras áreas y ministerios que no han podido ni revertir la inseguridad, ni la pobreza, ni la mala calidad educativa.

A quienes venimos trabajando hace mucho en el desarrollo y posicionamiento de la cultura nos embarga una gran tristeza, y sé que en esta sensación nos acompañan muchos mendocinos preocupados por nuestra creatividad, nuestras identidades y nuestro futuro.Guardarnos estas reflexiones nos parece muy inútil. Sabemos que entre todos podemos solucionar esta crisis y queremos decirle que cuente con nosotros, que pida ayuda a todos los que desde hace muchos años bregamos por una Mendoza de la Cultura y la Creatividad.

Así como cuando se desata una tormenta y se declara la emergencia agropecuaria con las correspondientes medidas de salvataje, así hoy debería declararse la emergencia cultural y convocar a todos los sectores afectados a trabajar mancomunadamente para salir del "laberinto siempre por arriba", como decía Marechal.Lo saludo respetuosamente.


León Repetur. Gestor Cultural. Presidente de Fundación COPPLA. LE 8159111