domingo, 25 de febrero de 2007

El pulgar y el meñique

Rescatado de Diario Los Andes, Lunes 19 de febrero 2007


Los dedos son muy útiles. Sirven para señalar, para rascarse, para exhibir anillos; hace muchos años servían para ponerse los sabañones en invierno y, últimamente... sirven para elegir a nuestros gobernantes. Estar esperando saber a quién elige don K, como sucesor/a, o a quién elige don C para que gobierne a los mendocinos es una grave expresión de antidemocracia.

En la teoría, sólo una letra. Democracia o dedocracia.

En la práctica, carencia o presencia de moral y ética.Uno de los dedos, el pulgar, tiene marcada importancia -es el que permite la acción de “pinzar”, la aprehensión-; otros, como el meñique, son alegres acompañantes. Podríamos, entonces, llamar al pulgar, “el dedo K” y al meñique, “el dedo C”.En el reino de la dedocracia, la población se divide en grupos.

Está el minigrupúsculo de “los portadores de dedos”. Genios del suspenso, con el que alimentan la imaginación de los otros grupos. Proponen plazos, los cambian, tiran nombres o simples adivinanzas: “Será antes de la Vendimia”, “entre estos 5 está...”; “será después de la Vendimia”; “será pingüino o pingüina...”. Hitchcock, es un poroto comparado con estos muchachos. Así, todos estamos entretenidos.

Luego viene el grupo de “los señalables” (expectantes candidatos). Algo más numeroso, no mucho, y casi siempre las mismas caras. “Los señalables”, gracias a los vaivenes de “los portadores de dedos”, se la pasan haciendo mil piruetas, saltos, declaraciones, cambios de maquillaje y cualquier otro gesto que los destaque en la fotografía. Obviamente, siempre cerca de los dedos decisorios.

Así, hay radicales, émulos del junco, que se doblan pero que no se rompen y justicialistas para los que no hay mejor compañía que quien ostente el poder, piense lo que piense.

El grupo mayoritario, en el reino de la dedocracia, somos “los perennes engañados” (el pueblo), que creemos que elegimos a nuestros gobernantes, cuando en realidad somos una claque que aplaudimos -con el voto-, las decisiones ajenas, aún cuando, a veces, no entendamos el chiste.

Tratamos de informarnos, a través del periodismo, cuáles serán nuestras preferencias en el próximo octubre. Quiero aclarar que me parece que los periodistas, los verdaderos periodistas, están tan expectantes, confundidos y enojados como nosotros.

“Los perennes engañados” tenemos un subgrupo, casi sin significación, al que adhiero enfáticamente: somos “los utópicos idiotas”.

Cuestionamos todo -o casi todo-, impulsados -como el burro- por una inalcanzable zanahoria que pende de un palo frente a nuestros ojos, y creyendo que... alguna vez... algo, aunque sea algo... cambiará.

NdR: La edición digital NO menciona el autor, nuestras disculpas.